Esto no es un adiós, es un hasta nunca.

Y, como hoy es un día especial, empezaré a mi manera:

Hace dos años que cerré los ojos para no mirar a un lugar donde ya no estuviese ella. Por estos opacos párpados han pasado ya innumerables historias. Ninguna a la altura para poder volver a abrir esas ventanas. Buenas, no tan buenas, algunas geniales, maravillosas e impactantes, como esa de los mafiosos, la del profesor de química y la otra de la funeraria... Pero no hay una igual. Todos los nuevos nacimientos buscan ocupar ese lugar, y todos ellos chocan contra el suelo de la cancelación por querer volar tan alto.

Cursi, lo sé. Realista, también. Dos años no es poco tiempo para dejar de notar tu ausencia, dos años no es suficiente para volver a abrir los ojos.

Y ahora chavalas, los chavales no me importáis, toca despedirme de este blog tan transitado... 


A mamarla toca!

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